Un saco de salobre regocijo
Como opinan los eruditos del “alimenticio oro blanco” cuando cae el ocaso sobre las salinas de Mesologgi y la temperatura se transforma con violencia gracias a la huida del día y la llegada de la noche, un fino estrato de sal se forma en las crestas de las imperceptibles olas. Esa repentina escarcha impide la solidificación integral de la salumbre provocando la aparición de minúsculos cristales de sal en la superficie del agua. Es la flor de la sal. La famosa afrina de Mesologgi. Sin embargo, reseñas más ilustradas se han publicado sobre este milagro salino de la naturaleza etolia…A nosotros, simplemente, ¡nos ha fascinado su poesía!
Pero quisiera dedicar unas palabras más para elogiar este mágico condimento. El más antiguo en el mundo conocido. Y una de las valiosas manzanas de discordia entre las naciones que disputan la exclusividad de su descubrimiento. Y especialmente sobre la apropiación de su nombre ecuménico que como siempre los falsarios “indoeuropeos” se han esforzado en usurpar, hacerlo suyo.
El nombre de tal sabroso aliño en la antigüedad en la lengua homérica era ἅλς. En latín sal. Aunque los obsesivos y astutos cruzados acuñaron la escénica raíz seudoindoeuropea séh₂l– para justificar su mutación hasta el sealt anglosajón y el inglés moderno salt basta intentar cualquiera de nosotros repetir un rato la palabra homérica als tres, o cuatro, o cinco veces para descubrir cómo se transforma gratuitamente en sal manteniendo la misma entonación. Αλς, αλς, αλς,αλς, sal sal sal sal… ¿Sorprendente? ¿O, no tengo razón?
La primera candidata de su descubrimiento es China. Sostienen que desde el sigo XXVII de la era antigua explotaban y utilizaban la sal en su gastronomía y en la conservación de los alimentos. La misma época en el mediterráneo -en las orillas del Nilo- los egipcios se topan con el mismo hallazgo. La evaporación del agua en las lagunas alrededor del Nilo a causa de la elevada temperatura dejaba en la superficie partículas cristalinas de “oro blanco”. Pronto lo utilizarán en el arte culinario igual que en la conservación de alimentos y cadáveres…
En el museo de historia natural de Viena se expone un útil de explotación minera para la extracción de sal, que se encontró en el pequeño pueblo de Hallstatt -construido en la orilla del lago Hallstätter en los Alpes austriacos- que data entre los siglos LI y XLIX de la era antigua. Gracias a ese descubrimiento del valioso mineral la comarca floreció y prosperó por muchos años dando lugar a la famosa civilización de Hallstatt hace ahora siete mil años.
Bastantes siglos después los celtas que vivían en el área de Hallein que significa salinas, cerca del actual Salzburgo lo expusieron a los romanos. Tanto para esos últimos como antes para los griegos la sal constituyó un significante intercambio de valor a veces incluso superior a la moneda. Las legiones romanas aceptaban cobrar con frecuencia su salario con cantidades de sal pues en los banquetes ocupaba un lugar privilegiado diariamente. Además, los griegos intercambiaban sacos de sal con esclavos y viceversa en sus transacciones con los “negreros” de Oriente. El zenit de su plusvalía alcanzó la cima con la imposición del impuesto de la sal “la gabelle” -en la Francia de Luis augusto-, que resultó, ¡uno de los motivos que llevaron a la revolución francesa!
Aunque la sal puede ser mineral, hoy más del 50% de su producción proviene del mar. La producción mundial llega a los trescientos millones de toneladas anualmente. China con 70. Ml.t es primera y USA con 45 segunda. Las salinas más grandes de Grecia se encuentran en Mesologgi que produce 120 mil toneladas al año. Y es la única que puede orgullecerse por ser la que posee la inigualable afrina, la delicada “Fleur-de-sel”, que por su culpa perdió la cabeza la pobre Maria Antonieta, victima de la popular guillotina, pues desconocía la sublime adoración de sus compatriotas austriacos por ese inmaculado y arcaico mineral.
Yo no perdí la cabeza. Tampoco me sentenciaron a muerte, pero en mi última visita a mi salífera y amada tierra me obligué vaciar media maleta de ropa mía y de Eva, para transportar a tres mil kilómetros lejos el medio saco de salobre regocijo que me endosó un tal Demétrio Karadimas para llevarlo como Sísifo en la espalda.
publicado por el periodico Aixmi Agosto 2019