La dracma perdida …de Barkeno


LA COLUMNA SALOBRE           de Mesologgi

                                                        La dracma perdida …de Barkeno

                                                         Dondequiera que vaya, Grecia nunca me hiere.

           La historia es un piélago embriagador. Mas nunca está serena. Pues cuando la arrastra aquella distinción patriótica pierde el sentido de la modestia y se atormenta. Y yo me dejo llevar con ella.

             En 1936, allá, entre la asesina perplejidad de la Guerra Civil Española, llevaron también a Grecia al paredón. No me refiero a la muerte de los heroicos marinos griegos que escribieron páginas gloriosas en Belchite y en Jarama —y del que una bella historia se encarga ahora de sacar a la luz nuestro amigo Giannis Pantelakis-, sino de la pérdida de la única dracma de Barkeno, de la Barcelona griega. De la Kalipolis que fundó Heracles cuando perdió su Barca-nona durante su regreso a Ambracia, después de su triunfo sobre los Geriones. ¡La barkeno-na!

La dracma “perdida” de Barkeno

      La extraordinaria y “única” dracma de Barkeno, del siglo III de la era antigua, que se había descubierto durante el siglo XIX y se guardaba en el Museo de Arte de Barcelona, perdió su existencia un día del 36 como tantos otros, o bien por los verdugos de Franco,  o bien por la poca fe que le procesaban los catalanes a su lejana descendencia helena. Es obvio que algunos prefieren incluso su progenie de los piratas y opacos fenicios. Lo de “única” entre comillas se debe a que, por una casualidad transgresora, se ha salvado otra de esas dracmas de Barkeno, igualita, y se encuentra en manos de neobárbaros vikingos secuestrada y encadenada en el Museo Nacional de Copenhague. Como si no existieran los museos en Grecia. O en Barcelona. Como si nuestros tesoros no nos pertenecieran, sino que pertenecieran a Odín. En este caso debo confesar que la singular dracma solo pertenece a los “helenos de Cataluña”.

Atenea en dracma de plata

     Hablando de la descendencia “mitológica” de los catalanes, cuando Heracles venció a los odiosos tiranos, —a Gerión y a sus dos hermanos— en Andalucía, tomó el camino de vuelta a través de las costas de Levante con su botín, acompañado por sus falanges de la élite micénica y por dorios hiléos que le siguieron desde Grecia junto a tracios laieos. Había además reclutado un gran número de mercenarios ilirios, líbus y mekwes a su paso por el norte de África. Algunos se quedaron en el sur de la península, como su otro hijo Híspalo al que tuvo con Melite, y sus nietos Hispano e Hiberia, que colonizaron el sur y el sudeste de la tierra de los tartesios. Otro de los hijos, Sardo, y el nieto de este, Norax, habían tomado el rumbo a las Islas Gimnesias y a las Pitiusas, llegando a colonizar la gran isla de Ichnusa, que por ellos se denominó Sardinia (Cerdeña). En honor a Norax una de las Gimnesias se llamó Nura. Y la gran ciudad del sur de Cerdeña, Nora. Es el principio de las culturas nurágica y talayotica del siglo XII de la era antigua.

     En Cataluña hicieron una larguísima parada los heraclidas ,probablemente liderados por el hijo de la calidonia Deyanira y del propio Heracles, Hilo. Antes de llegar a las costas de Francia y de    ahí a Etruria, a Sicilia, y a Grecia, colonizaron el litoral y el prelitoral catalán y fundaron “dipolis,” en colaboración con los lugareños y los mercenarios ilirios y tracios en Τaŕaνkonα/ Tarragona, Iltirta/Lérida, Bakasis/Manresa o la Pirene de los bébrices. Los helenos “elegidos” moraban las recién construidas y lujosas urbes y a su lado invitaban a poner sus “empalizadas” a los indígenas y los mercenarios. Digo indígenas pues desconozco el entonces nombre de los locales. Porque si existió Hiberia, aún no habían tomado su nombre. Y los celtas llegaron bastante más tarde en la península.

Apolo en dracma de oro

     De esa manera, en las laderas de la colina de Montjuic, se fundó la dipolis Kalípolis/Laie. Los heraclidas helenos habitaron la “ciutat bella”, como se traduce Kalípolis al catalán. Los nativos y los tracios laieos ocuparon la empalizada (el poblado), a la que llamaron Laie. Con el paso de los siglos, todos juntos constituyeron el pueblo de los layetanos que habitaba la helenística Barkeno —la actual Barcelona— hasta el siglo III y la llegada devastadora de Amílcar y sus púnicos. Hasta la incursión de los púnicos, y luego de los romanos, la ciudad acuñaba y utilizaba sus propias monedas: las dracmas griegas de plata de Barkeno. Porque Barkeno permaneció helena durante doce siglos. Desde que la fundaron los heraclidas.

     En una plazoleta detrás de la iglesia de Sant Jaume en el Barrio Gótico, existe un epígrafe en una casa del 1550 que reza recordando su pasado:

                     “BARCINO AB HERCULE CONDITA. A POENIS AUCTA”.

                 «Hércules fundó Barcelona y los púnicos la aumentaron».

     Decenas de eruditos aceptan esa posibilidad y dan gracias a los dioses por la elección de Heracles. Sin embargo, aún existen “cruzados” y fenicionostálgicos que niegan incluso este sueño de una noche de verano. De ser, dice, descendientes del propio Hércules, de Odiseo y de Homero. De veras, ¿cómo se puede negar la belleza de nuestra mitología?

Asclepio en dracma

     Empero, centrémonos en el epílogo de la inestimable dracma de plata de Barkeno. En la cara, aparece una cabeza más bien femenina, como en muchas de las imitaciones de la época clásica cuando la propaganda ateniense obligaba a las colonias a buscar ilícitas soluciones de valoración crematística. Comparando varias de las ilustraciones de dracmas de plata de aquella época, llegué a la conclusión que sería posible que la misteriosa cabeza ni siquiera perteneciera a fémina alguna según se especula. Se asemeja más a representaciones de Apolo o de Asclepio. Quizás de Alejandro Magno. Pero si el rostro es femenino, Atenea, Artemisa o Perséfone habrían de reivindicar su gloria. No obstante Atenea aparecía siempre con el yelmo en la cabeza. Y habría de eliminarla. Perséfone sería la compañera ideal del Pegaso que aparece en el reverso de esta “egua”. Pero ni era Barkeno colonia de corintios. Y su cara parece más redondeada. ¿Artemisa? Como diosa universal sería la ideal. Aunque no se acompaña en el reverso por su inseparable ciervo. En persistentes comparaciones con las dracmas de Bargilia y de Etolia, podría tratarse perfectamente de ella —la diosa de la caza y de los bosques—. Sin embargo, mi elegida es por la inmensa influencia de la vecina Empórion, pero también por su parecido con la ninfa de las aguas, la fiel acompañante de la diosa, la virgen Nereida Aretusa.

    Otro rostro femenino no divino sería utópico ya que en el siglo III de la era antigua no se daba el reinado de mujeres y mucho menos su representación en las monedas.

Dracma de plata de Empórion

     Expondremos algunas monedas de la misma época para su comparación. Pero sea como fuere, la cuestión es que en el siglo III de la era antigua en Barcelona la moneda reinante era la dracma. Hasta un siglo antes de llegar Amílcar y arrasar con todo. Que el nombre Barkeno, y de ahí Barcino y Barcelona, tiene que ver solamente con sus raíces griegas y con la Barcanona. Que los catalanes han heredado todo lo malo de mis antepasados y solo algunas de sus virtudes, aunque no quieran reconocerlo. Y que desde Gadeira a Heraclia y hasta Maineke, desde Acra Leuce a Daenion y a Peniscola y la heraclida Calpe y la gloriosa Sagancia -la romana Seguntum-, además del resto de la península ibérica, los griegos vinieron, colonizaron y se fueron por los siglos de los siglos.

     Y que, ¡cuantas monedas, aunque desaparezcan!, siempre quedará el embriagador piélago que se llama historia. Donde Grecia nos hace viajar con viento de popa y las velas siempre desplegadas.

                            Y a mí, al contrario que a Seferis, nunca mi Grecia me hiere.

 

ARTICULO PUBLICADO EN EL PERIODICO AIXMI EL 12/09/2019

AIXMI MEDALLA DE PLATA EN LOS REGIONAL MEDIA AWARDS 2019

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