Trascendía la loba, ¡Mira, incienso y oro!
Ceñía azarada el belén pastoril
con la lengua desnuda,
con los pies descalzos,
…y un aullido sordo
entre lágrimas.
Rugosa esperanza, rasgada y rota…
Acero en los ojos del carnero.
Oculto tras el último cometa,
/por un ramo de ortigas/
en la yacija, al niño
recelaba.
Como el suspiro se hace llanto y permanece,
la loba, el niño y el carnero,
la estrella que nunca fue estrella,
¿y la ortiga?
…y la ortiga verde de le mecedora,
/sembrada en los turbantes de los magos/,
tomaron el camino del destierro..