La impagada contribución de griegos desconocidos en la guerra civil española.


Investigando las históricas dudas razonables del universo.

 

          Se celebraba la Navidad en todos los hogares y asomaba —tímidamente— el año nuevo del 1938 entre las baterías de morteros y la polvareda que dejaban a su paso las decenas de pesados armones y furgones de artillería de los dos bandos, cuando el “Pontio” republicano luchador—de algún lugar del mar negro—, Minas Thomaidis entraba primero y triunfante en la ciudad de Teruel de Aragón con la bandera griega en las manos.

Combatientes griegos de la XV brigada internacional, en la guerra civil española

     En la brigada XV se habían reclutado también Giannis Karagiannis con Costas Cóñaris, Sócrates Economides, Thanasis Iquetas y Antonis Douris y el marino Giorgos Georgiades que cayó prematuramente en Belchite. Los marinos y los trabajadores de portuarios y de los astilleros constituía el bloque más numeroso de los voluntarios griegos en la guerra civil española —al lado de las fuerzas democráticas legales y contra los golpistas militares y falangistas—. Llegaron a los cuatrocientos y muchos de ellos no volvieron vivos a su patria. Otros se exiliaron a Estados Unidos a Australia o a Canadá o acabaron en países del Este. Después de la victoria de los sublevados y el retroceso de los republicanos hacia Barcelona muchos de ellos pasaron a la democrática Francia cruzando los Pirineos. Leoncio Splinis ciudadano de Vrondados —municipio de la isla de Quíos— se quedó a combatir en la ciudad condal donde perdió su vida en las callejuelas de Barcelona junto a miles de sindicalistas de la CNT.

     Al otro Caragiannis, Nicolás, sargento de la ciento veintinueve le encontró el amanecer del 1938 convaleciente en el hospital de Murcia con dos astillas de acero clavadas profundamente en sus carnes. Levemente se había herido el teniente de la tercera de artillería Apostolos Zografos y le habían trasladado al hospital civil de Denia —el homérico Hemeroscopeion— en el levante mediterráneo. En el hospital militar de Mataró —en Cataluña—, se recuperaba de sus heridas Costas Chrisostomou mientras a su lado intentaban reanimar a otro marino también de la brigada XV, a Costas Macrópoulos. En un reservado —aislado entre cortinas medio rotas que cubrían su entablillado cuerpo— un maduro hombretón se batía entre la vida y la muerte. Una madrugada, la flacucha enfermera británica —con sus trenzas hasta las caderas— abrió de par en par los visillos y desempolvó la litera poniendo nuevas sabanas blancas. Nadie de los heridos de la XV supo nunca que fue de aquel oficial, “el comandante Zikos”. Zikos el griego… y hasta hoy.

     Peor suerte si cabe esperaba al carpintero Giannis Panteliás que capitaneaba el batallón griego de “Rigas Fereos” cuando entraron en la batalla de Brunete las fuerzas democráticas en pasado julio del 37. Algunos dijeron que cayó muerto un mes antes en Belchite durante la empresa para la liberación de Zaragoza. Su puesto lo cubrió el emigrante del Mar de Mármara o Propontís como se conoce en Grecia nacido en el pueblo de Gano, Anagnostis Deligiannis. Viejo conocido Anagnostis, le apodaban en castellano “Juan el callado” y tenía las manos negras y rugosas de tanto trabajo, ensartando hojas de tabaco toda la vida. Sobrevivió “el callado” de la guerra civil española para que después de siete años lo ejecutasen los nazis en Salónica. ¡Porca miseria!

     No se sabe si fue la profesión, la ideología o los “galones” que juntaron a aquellos dos luchadores y les dotaron de una gran amistad. Me refiero a Anagnostis y a otro injustamente ajusticiado en Belchite, al jornalero de tabaco y jefe de unidad de artillería pesada, nativo de Agrinio, Dimitri Catsikioti. Fue el único Etolo-acarnana conocido en esta guerra civil. Su destacamento de casi 80/90 hombres —de los cuatrocientos griegos que conformaban las fuerzas griegas en la guerra civil española— perdió más de la mitad en aquella batalla…

     Junto a ellos, de la mano, perdió su vida el isleño —de Quíos— Mitsos Rapitis.

     La expedición para la conquista de Zaragoza ha sido la tumba de decenas de griegos voluntarios. Algunos —aun oficialmente desaparecidos— están seguramente postergados en fosas comunes, en las cunetas. Decenas de prisioneros —después de la derrota de las fuerzas democráticas— se enviaron al paredón y les fusilaron porque se negaban a gritar «Vida al general Franco» mientras los colaboracionistas y los huestes del dictador merodeaban alrededor de los cadáveres escupiéndolos y pegándoles patadas. No hubo réquiem para aquellos sencillos ideólogos que habían recorrido tres mil kilómetros para encontrar la muerte en las tapias de Zaragoza.

     Las informaciones a lo largo de la historia han hablado de 53 o de 58 griegos muertos. Los primeros caídos fueron en la batalla de Jarama, en febrero del 37. La mayoría greco-americanos. Entre ellos Giorgos Carátzalis con origen en Mani y Giannis Tsironis en Creta junto al diecinueveañero Fílippo Pappa.

     Más de cincuenta fueron las nacionalidades de los voluntarios extranjeros que corrieron la misma suerte en la más sangrienta guerra civil de Europa. Conté páginas y páginas con el “MaC” intercalado en los apellidos británicos, americanos, australianos y canadienses. Y el “Van” en los apellidos compuestos centroeuropeos. Conté setenta chipriotas y más de cincuenta americanos de origen griego como el treintañero Giannis Tsanacas, Nicolas Cómmatos y Giorgos Papakostas. Treinta y siete años contaba Stelios Topolianos, los mismos que el greco-rumano con pasaporte británico Giorgos Tsakos. Residente en Londres era también el jovencísimo compromisario político de la izquierda británica Michael Economides, tan solo veintidós años. Todos ellos reclutas de la XV brigada de extranjeros. Aunque dispersados había en las otras brigadas de nativos. Vasilis Doucas en la XII, Giannis Papamijaíl en la XIV, el cretense Stavros Mavrogiannis en el tercer regimiento, y el subteniente Evanthis Nicolaides en el décimo octavo. Muchísimos son además los nombres femeninos que aparecen en las listas de las brigadas internacionales, pero solo he podido anotar uno y bastante dudoso a quien se refiere con: «…de ascendencia griega».

     Allí, en aquel infierno ardiente, habían acudido desde todo el mundo más de cincuenta mil voluntarios. Médicos y profesores y maestros. Trabajadores y enfermeros y periodistas y escritores. Marinos y desempleados o maquinistas como el benjamín Nicolás Vasiliou de apenas veinte años.

     Algunos de los griegos utilizaron seudónimos para cruzar las fronteras de la Grecia del dictador Metaxa, o declaraban falsas profesiones. Así se comportó Nicolás Zotos que fingió ser marinero y pidió que le dejasen salir para embarcarse para ganarse un salario para su familia y en vez de eso se encontró en el departamento sanitario de las brigadas internacionales como enfermero.

Monumento a los caidos de las brigadas internacionales. Albacete

     En Albacete, —pequeña y humilde ciudad— donde se constituyeron en principio las brigadas internacionales y donde se reclutaron la mayoría de los griegos voluntarios, existe un monumento a la memoria de los caídos. En el respectivo archivo de la ciudad el “Archivo de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales” existen registros con listas completas de todos los que participaron en las brigadas internacionales de la república. Copié de allí con discreción solo algunos nombres, los que quizás tenían algo que decirme, contarme algún pequeño detalle de su existencia. Sin embargo, estoy seguro de que muchos de los otros tendrían para contarnos relatos e historias de la más    dramática guerra civil que tuvo lugar en el siglo XX apenas unos años antes de la igualmente trágica guerra civil griega que por deferencia dejo para mejores eruditos.

      Yo solo puedo referirme como siempre a algunas dudas razonables y alguna pregunta …Para los curiosos.

En algún lugar encontré que, entre los supervivientes se encontraban Nicos Avramides, Stefano Tsernegas, Costas Macrinos, Savvas Palés… No obstante, ninguna información de la suerte de Costas Jalepis de la isla de Samos o de Stelios Fotolios. Por si alguien conoce su historia.

     ¿Es el “comandante Zikos” el mismo Thanasis Zikos que fusilaron los alemanes Nazi el 1944 en el frente de Albania?

     El nombre —casi ilegible— en las listas de las brigadas internacionales, «LEUGROSS AMIE» perteneciente a la XV que se señala como «de procedencia griega», ¿se refiere a hombre o a mujer? ¿Y si es así, ¿Quién era esa griega misteriosa con el igual de misterioso nombre? ¿Hubo otras “féminas” de nacionalidad griega en la XV brigada internacional y en general en la guerra civil española?

     ¿Procedía de tierras Etolias y acarnanas el entonces veinticincoañero Nicolás Zotos o era nativo de Xanthi de donde parece que procede el nombre? ¿Y si fuese lo primero había alguna relación familiar con nuestro poeta romántico de Neojori, Minos Zotos?

Empero…

                                                            ¡Maguer sea ligera la tierra ibérica que cubre a los muertos!

 

 

 

                                                                                                                                             traducción del articulo de «Thε  bλog» publicado en el periódico Aixmi

 

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